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Writer's pictureSilencio Gutural

Creer en Dios después de la catástrofe. De Estrada al Antropoceno.

La cuestión de creer en Dios después de la catástrofe se ha convertido en un fenómeno antagonista para las prácticas teológicas. El sometimiento de la fe a circuitos deconstructivos, en términos de Derrida, sobrepondrá las contradicciones inherentes de la misma, por lo que se verá afectada su calidad de episteme y su integridad desde la praxis. Encontrar caminos hacia la bocanada que implica la superposición de la teología ante sus propias adversidades e implicaciones opresivas y conservadoras es una tarea relevante desde la contemporaneidad, pues enfrentamos sistemas con la cualidad de producir epistemologías con mayor respaldo intelectual y filosófico, que finalmente construyen una retórica anti-teológica, eclipsada por el deísmo.

Estrada ejemplifica la catástrofe con Auschwitz y Hiroshima, herramientas para el genocidio donde se concederían matanzas producidas sistemáticamente al régimen nazi. Aquí se presentan dos cuestiones primordiales: en primera, una inexistencia de humanismo, homicidios, por ende deicidio (Estrada); y en segunda, una puesta en duda sobre la providencia, pues una benevolencia de Dios es imposible de encajar en Auschwitz. La calidad deshumanizada de ambas catástrofes se puede trasladar a la actualidad a eventos símiles en cuanto a atroces, prominentes las matanzas y vulneraciones directas a los derechos humanos, pero desde la labor arqueológica de los padecimientos de la sociedad humana, se puede identificar al surgimiento del Antropoceno en el pasado siglo como nueva era geológica, que relacionándose de forma precoz con el sistema de Estrada, esta era representa una catástrofe generada igualmente por la humanidad con repercusiones hacia la humanidad. El Antropoceno se ha convertido en la marca de las diversas dinámicas de aprovechamiento de recursos naturales y humanos, reflejándose claramente en los abruptos cambios en el paisaje y comportamiento de las especies, pero también constituyéndose de la explotación hacia individuos humanos vulnerados. Esta explotación de la humanidad y la naturaleza vuelve a poner sobre la mesa la duda en Dios, de una providencia imposible respaldada de injusticias. El sistema neoliberal ha transformado a los sujetos desde sus diferencias categoriales en eslabones que benefician únicamente a las élites, a costa de la integridad de los que se encuentran cercanos al polo contrario, pero es en este reconocimiento de la diversidad que podemos identificar el concepto de unidad, que convierte a Dios en el todo y permite observar sus características de paternidad y benevolencia, alejado de la concepción

deísta o de entidad, desde movimientos que representan un respiro ante la catástrofe. El sistema eco-social continúa reformulándose y desde ello, dirigiendo un camino hacia el cambio por condiciones más apropiadas para su contexto, exponiendo en mayor medida la injusticia y conduciendo hacia un cambio necesario. La providencia teológica describe estos procesos de activismo y cambio social, contrastándose con su oponente, la explotación del ecosistema y de los sociales alternos, haciendo equivalencia a l catástrofe, porque es finalmente la humanidad combatiendo el mal de la humanidad. En La Biblia, en Eclesiastés 3:15 se presenta lo siguiente: “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.” Cosa que podría interpretarse como una representación de la recomposición del sistema desde sí mismo, la finalidad del equilibrio, donde hay benevolencia y el sistema provee de circunstancias que alimentan el combate a las injusticias, aunque sea la propia humanidad generándolas. Una paternidad o incluso maternidad se hace presente en la consideración de la propia benevolencia, que premia, en un sentido deshumanizado, la sabiduría del quehacer humano. Esta pater- maternidad se presenta en cada individuo de fe de forma indefinida, porque, continuando con el ejemplo del Antropoceno y la acción irruptora, la participación de cada quien en la activación social, traerá consigo diversas experiencias, como sentires y evidencias, que apacigüen la fuerza de la catástrofe desde la esperanza de un porvenir eco-social puesto en mejora para los próximos tiempos.

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