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Writer's pictureSilencio Gutural

Sobre razón e inteligencia


Comenzando por la inteligencia, considero a esta como un principio fundamental en todo. Su raíz etimológica es intus legere, que quiere decir “escoger entre”, refiriéndose naturalmente a la capacidad de elección, más no facultad, que terminaría por añadir un carácter animista a lo que la posea, pues la inteligencia es en esencia innata y arraigada a los objetos, tanto vivos como inertes. A los vivos por su razón de movimiento, que por obviedad mantienen una dirección, la cual se traduce a la existencia de un camino para cada uno, independientemente de su consciencia y auto-percepción, haciéndose acorde la inteligencia con la idea de destino, pues el universo no es un lienzo en blanco que cada objeto dentro de él pueda manipular y más bien es factible decir que los objetos acumularon, acumulan y acumularán experiencia en base a sus elecciones; en contraste, los objetos inertes son actores de una alegoría que ofrece la mecánica: la energía potencial, que se puede transformar en energía cinética. El potencial es importante. Este describe las cualidades de un objeto en el campo subjuntivo, sus supuestos hipotéticos. Recuerdo el uso generalizado del adjetivo “inteligente” para los infantes y lo considero bastante acertado, pues a pesar de sus probables intenciones de resaltar el potencial intelectual de los pequeños, se señalan sus habilidades, que se divisan tan tempranamente que no se les puede atribuir al entorno facilitador y se les acaba por reconocer como peculiaridades congénitas.


Para este punto es necesario definir la razón, que es sinónimo de cálculo y este último de medida, por lo que propongo entenderla como el establecimiento de cánones que sirvan de ayuda para realizar una labor. La razón es comparación y esta hace accesible la información para un modelo de entendimiento, énfasis en el cerebro humano. Y todos los seres humanos estamos limitados por nuestra capacidad de sinapsis para entender el universo y no es plausible recopilar el conocimiento absoluto dentro de un cerebro o cualquier otro sistema de almacenamiento y procesamiento de información, por lo que optamos por una razón, que se manifiesta como un adiestramiento de la inteligencia del todo para hacerla legible ante cualquier sujeto. La verdad sólo se puede interpretar y es por eso que la razón es individual, pues el exterior se debe acoplar a cada sujeto. Nunca bastará la precisión de cada razón para definir la realidad, pues siempre existirá la paradoja entre el conocimiento y las valoraciones éticas correspondientes a él. Es, finalmente, una batalla entre los estándares nominativos y la fé donde sólo cabe el ejercicio de la retórica para establecer acuerdos sobre cómo describir el todo en colectivo.


En conclusión, la razón es producto de la inteligencia y la razón somete a la inteligencia dentro de ella, porque no comprenderá nada exterior de sí misma. La inteligencia se encuentra en todo y con otros nombres.

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